9 Pero después que hubieron comido en la habitación, se levantó Ana
y se puso ante Yahveh. - El sacerdote Elí estaba sentado en su silla, contra
la jamba de la puerta del santuario de Yahveh.
10 Estaba ella llena de amargura y oró a Yahveh llorando sin
consuelo,
11 e hizo este voto: «¡Oh Yahveh Sebaot! Si te dignas mirar la
aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no olvidarte de tu sierva y darle un
hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida
y la
navaja no tocará su cabeza.»
12 Como ella prolongase su oración ante Yahveh, Elí observaba sus
labios.
13 Ana oraba para sí; se movían sus labios, pero no se oía su voz, y
Elí creyó que estaba ebria,
14 y le dijo: «¿Hasta cuándo va a durar tu embriaguez? ¡Echa el vino
que llevas!»